LA PUBLICACIÓN TRAS CINCO AÑOS DE ESPERA DE LA ÚLTIMA NOVELA DE DAN BROWN “EL SÍMBOLO PERDIDO”, HA GENERADO EN ESTADOS UNIDOS Y EL MUNDO ANGLOSAJÓN UN INUSITADO INTERÉS POR LA INFLUENCIA QUE LA SIMBOLOGÍA Y LAS ESCUELAS Y ENSEÑANZAS HERMÉTICAS HAN TENIDO A LO LARGO DE LA HISTORIA. AQUÍ EN ESPAÑA EL PERIODISTA ENRIQUE DE VICENTE, UNO DE LOS MAYORES ESPECIALISTAS EN ESTA MATERIA, HA PUBLICADO CON PLAZA & JANES “CLAVES OCULTAS DE EL SÍMBOLO PERDIDO”, UN VALIOSO Y APASIONANTE VIAJE A TRAVÉS DE LA LETRA PEQUEÑA DE LA HISTORIA.
Enrique de Vicente, fundador y director de la revista Año Cero y autor de obras de éxito como “Los Poderes Ocultos de la Mente” y “Claves Ocultas del Código da Vinci”, visitó Tenerife el pasado mes de mayo como invitado dentro de las jornadas sobre cultura y masonería que acogió brillantemente la ciudad de La Laguna. Como suele ser habitual en él esta “base de datos andante” despertó un enorme interés entre el público, que asistió con entusiasmo a unas charlas en las que de forma aparentemente caótica van emergiendo infinidad de datos que poco a poco componen un puzle coherente y plausible. Una lectura diferente y complementaria de la historia convencional, asentada en innumerables datos verificables y en una nada despreciable dosis de especulación surgida de su particular forma de contemplar los acontecimientos en clave simbólica. Con él tuvimos la ocasión de conversar largo y tendido, visitándonos en nuestro programa “Canarias Mágica” de El Día TV y respondiendo amablemente a las cuestiones planteadas en Claves del camino.
–¿Cuál es su opinión el aspecto más relevante de la última novela de Dan Brown El Símbolo Perdido, novela que a la vista de su detallado trabajo apenas parece servirle de excusa?
Esta novela tiene varios ejes centrales. Todos ellos desembocan en el anuncio de una próxima transformación de la humanidad como salida de la crisis global en que estamos sumergidos, que podría lograrse a través del pensamiento colectivo, cuyas potencialidades son estudiadas por las llamadas ciencias noéticas. Éstas tienen como objeto de estudio todo lo relacionado con la conciencia y sus efectos sobre el mundo, y en opinión del novelista persiguen un fin similar al de la antigua sabiduría, que es otro tema fundamental de la novela. Ese remoto saber fue conservado por las antiguas Escuelas de Misterios, distribuidas por todo el Mediterráneo antes del triunfo del Cristianismo. La meta final de las mismas era transformar la conciencia de los iniciados en los mismos, a través de los ritos de muerte y resurrección, que inducían en ellos verdaderas experiencias cercanas a la muerte y les hacían plenamente conscientes de su condición inmortal, que trasciende su cuerpo animal. Antes de someterse a estos ritos y también después, recibían durante años una formación global en lo que hoy conocemos como sabiduría hermética, que unificaba todos los aspectos del saber y los plasmaba en oficios sagrados.
-¿Oficios sagrados?, ¿cuáles?
El más representativo de los mismos es el arte de la construcción, que tiene como bases fundamentales la Geometría Sagrada –es decir, el conocimiento de la poderosa influencia vibratoria que ejercen las formas- y el uso adecuado de las fuerzas cosmo-telúricas, lo cual requiere tener muy en cuenta al construir un edificio tanto las energías terrestres del lugar donde se emplaza como las influencias astrológicas presentes en el momento de su construcción. Ejemplos de esto los tenemos tanto en los monumentos egipcios como en las catedrales góticas o en la construcción de grandes ciudades, como Washington que desde sus comienzos está dedicada a la Diosa. La capital de los EEUU y sus edificios más representativos son precisamente el único escenario de El Símbolo Perdido.
–En su obra, Claves Ocultas de El Símbolo Perdido, usted va mucho más allá de lo esbozado por Brown. ¿Hasta dónde llega?
Mi intención es aprovechar el enorme interés popular que despiertan sus novelas para dar a conocer al gran público algunos temas tocados superficialmente en su última obra, que tienen un inmenso interés y a las que la inmensa mayoría de la gente no se acerca, porque la sociedad hipnotizante en que vivimos nos inclina a centrarnos en cuestiones superfluas y a rehuir las esenciales.
–Siempre se ha caracterizado, y este libro es un nuevo ejemplo, por leer la letra pequeña de la historia, por prestar atención a gestos y símbolos que parecen mostrar una dimensión trascendente en situaciones y personajes de la historia de todos los tiempos.
Eso se hace incluso más evidente en esta novela. A lo largo de la misma va aludiendo a los promotores secretos del llamado sueño americano, a veces de forma muy escueta pero significativa, una ausencia de detalles que yo me propongo ampliar en mi libro. Esta expresión cobra su verdadero significado oculto cuando entendemos que muchos grandes iniciados, a lo largo de esa Historia de la cual se han convertido en grandes y pequeños protagonistas, han soñado con la gestación de un mundo mejor y más libre, donde la conciencia humana pudiese desarrollarse plenamente. Sabían que esto sólo podía conseguirse en momentos muy concretos, donde las influencias cósmicas fueran propicias, puesto que una astrología diferente a la que hoy practicamos formaba parte esencial de esa antigua sabiduría y tenían muy en cuenta las confluencias celestes para todas sus prácticas, ya fuesen constructivas, alquímicas o rituales.
-En su libro describe como esto ha ocurrido en varios momentos de la historia, como en el primer milenio con la restauración del principio femenino, el culto a las vírgenes negras…¿hubo otros momentos?
Si, la gran revolución renacentista, cuando la imprenta pone el saber al alcance de muchos, se redescubren la cábala y los textos herméticos, y el protestantismo cuestiona el monopolio de la Iglesia de Roma. Entonces saben que ha llegado ya el momento de surcar los mares y abrir las puertas del Nuevo Mundo, al que ya habían viajado las más diversas expediciones, pero cuya existencia se mantenía en secreto, porque aún no había llegado su hora. Junto a Colón, cuyo suegro es el gran maestre de los templarios portugueses que habían heredado el conocimiento de esas tierras, se embarcan iniciados cristianos, judíos y musulmanes, en una primera fase. La segunda fase se gesta en la Inglaterra de Isabel I, y es preparada por los discípulos de dos grandes iniciados cuya historia detallo en mi libro. Uno de ellos es John Dee, gran matemático e inventor, espía y alquimista, asesor astrológico de la reina Virgen y practicante de la magia angélica. Este hombre genial es quien acuña la idea de un imperio británico, que debe extenderse hasta Norteamérica, convierte su casa en una escuela de navegación e impulsa a sus amigos a que creen una flota, de la que Inglaterra carece y a que exploren el Nuevo Continente. Esa tarea es propulsada luego por Sir Francis Bacon, conocido como uno de los más notables políticos de la historia inglesa, promotor de la ciencia y la filosofía moderna. Pero también tiene una faceta invisible, aún más importante, como dirigente de una Escuela de Misterios y como propulsor de la masonería, del rosacrucianismo y del moderno idioma inglés, que él concibe como un vehículo para la transformación de la conciencia colectiva. Y sobre todo se convierte en el gran impulsor de la colonización de Norteamérica.
–¿Es posible que estos protagonistas sean inconscientes del rol o arquetipo que representan?
Probablemente eso ocurre con muchos gobernantes, como Isabel I que encarnó el arquetipo de la reina Virgen y sentó las bases imperio británico asesorada por Dee, y de tantos otros que actuaron aconsejados por los iniciados. Pero no creo que sea así en el caso de estos últimos, como lo fueron algunos padres fundadores de la nación americana. Siglo y medio después de fundarse la primera colonia, estalla allí una revuelta contra el monarca inglés, porque oprime a sus súbditos americanos con excesivos impuestos y desoye sus demandas; finalmente, ésta se convierte en una guerra independentista que acaba con la fundación de los EEUU. Las grandes gestas de esa guerra son en realidad mitos protagonizados por masones y forman parte de la primera gran campaña publicitaria de la historia, que tiene profundas repercusiones en Europa. El principal cerebro de la misma es Benjamin Franklin. Este periodista, editor, diplomático y científico genial pertenece a varias sociedades secretas, algunas de las cuales disimulan su existencia en el seno de la masonería y serán las verdaderas promotoras de la independencia de los EEUU y también de la posterior construcción de Washington.
–Y así hasta nuestros días, supongo.
Así es. La historia reconoce que hay un buen número de masones entre los redactores de la Constitución americana y entre los firmantes de la Declaración de Independencia. Pero ignora que entre los mismos hay también miembros de otras sociedades secretas, como Adams o Jefferson, que sucederán a Washington en la presidencia del nuevo país. Son estos iniciados quienes eligen –para representar a la nueva nación- símbolos de profundo contenido esotérico, que son especialmente evidentes en el Gran Sello de los EEUU. Los masones y ocultistas que dirigen Norteamérica en los años treinta del siglo XX deciden reproducir los fascinantes símbolos de dicho Sello en los billetes de un dólar; lo hacen poco después de que estallase la mayor crisis económica mundial, con la intención de que cada norteamericano llevase un verdadero talismán en su bolsillo; y lo cierto es que sólo una década después los EEUU se convierten en la mayor potencia de la historia y el dólar en la divisa de referencia mundial.
José Gregorio González. Publicado originalmente en el suplemento La Prensa del periódico El Día
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